9 Junio, 2011 - Fuente : www.observatorio.cl, por José Luis Varas
Sesenta familias mapuche de Panguipulli exigen que ENEL reconozca el daño producido por los aumentos del nivel de inundación de la laguna artificial de su Central Hidroeléctrica Pullinque, y la consecuente pérdida de tierras y ganado que les afecta. Las comunidades piden además participación en las utilidades que perciba la empresa por el aumento de nivel de inundación, de acuerdo a lo establecido en el Convenio 169.
“El daño es permanente para nosotros y va ser también para las futuras generaciones. Hemos sido arrinconados, sin que se tenga consideración el poco terreno que tenemos. Durante años hemos visto como han ido subiendo las aguas y disminuyendo nuestras tierras”, señala Joel Huiriman, dirigente de la comunidad mapuche de Llangahue.
En la comuna de Panguipulli, Región de los Ríos, está ubicada la laguna Pullinque, la que sirve de acopio de agua para el funcionamiento de la Central Hidroeléctrica Pullinque S.A., filial de la empresa italiana ENEL. Dicha laguna y central hidroeléctrica fueron construidas por el Estado de Chile en la década del ´50, en medio de un territorio que ha sido habitado ancestralmente por comunidades mapuche. A causa de la inundación, las comunidades mapuche del sector han tenido una progresiva pérdida de terrenos, que año a año ha ido en aumento.
En efecto, desde la entrada en funcionamiento de la Central Hidroeléctrica Pullinque, se inició un proceso de inundación como consecuencia de la construcción de la misma por parte de Endesa. En el año 2000 la central fue adquirida por la empresa eléctrica italiana ENEL, actuales dueños que la han operado en el último periodo. Las inundaciones han ido en constante aumento hasta la actualidad.
En este contexto, las comunidades mapuche aledañas al lago Pullinque, afectados por el aumento del nivel de dicho lago a causa de la operación de la central, han intentado durante años establecer un proceso de negociación ante el Gobierno y ENEL, en busca de una retribución frente a su demanda histórica. Dicha negociación tiene 3 ejes principales: indemnización del Estado por la inundación originaria; indemnización de ENEL por inundaciones desde que adquirió la propiedad de la empresa y la creación de un régimen especial para que las comunidades locales participen en las utilidades que la empresa percibe por la utilización de los recursos naturales que se encuentran en su territorio.
Con la llegada de la central y la creación de laguna artificial aledaña a los terrenos de las comunidades mapuche se fueron produciendo diversos impactos negativos sobre los terrenos, como lo confirma Manuel Collinahuel, integrante de la Comunidad José Antonio Reinahuel Tralahuapi. “Hace muchos años atrás, cuando Endesa llegó para construir su represa, destruyó parte de nuestros terrenos y la empresa nunca aportó nada para nosotros, siendo ellos los únicos que han ganado con esta hidroeléctrica. Hemos sido arrinconados, sin que se tenga consideración del poco terreno que tenemos. Durante años han seguido subiendo las aguas y disminuyendo nuestras tierras”, denuncia.
Collinahuel agrega las crecidas del lago y la consecuente pérdida de tierras, no ha sido el único problema que han debido enfrentar las familias mapuche afectadas. “Se han muerto también los animales, las ovejas, y eso significa una pérdida en los ingresos para nosotros. La subida de las aguas ha significado pérdida de tierras para familias mapuches que vivimos de la agricultura y la ganadería y nuestros terrenos se han ido deteriorando progresivamente”, explica.
Por su parte Joel Huiriman, presidente de la Comunidad Llongahue, recuerda que “en un primer momento, cuando recién hace rebalse esta laguna, se produjo gran mortandad de ganado, donde muchas personas perdieron todos sus animales, sin quedarles nada. Eso fue muy destructivo para nuestras familias”, aclara y añade que “ya no se puede sembrar al pie de la laguna por los rebalses y subidas, por lo que en promedio hemos perdido casi la mitad de nuestras tierras”, detalla.
Huiriman destaca a su vez la afectación a sitios de significación cultural para el pueblo mapuche. “Nosotros teníamos un pewtuwe (lugar de encuentro) en el sector de Rucahue, allí los abuelos veían como iba a venir el año entrante en cuanto a las cosechas y bienestar de las comunidades. Actualmente eso ya no está, pues no hay ingreso a esa parte producto de las inundaciones”, indica el dirigente.
Todas estas afectaciones alteran además el sentido tradicional de herencia de tierras a nuevas generaciones. “Yo tengo 4 hijos y con la disminución de las tierras se dificulta mucho al momento de dejar una herencia para los integrantes más jóvenes de la comunidad”, señala.
Postura de las comunidades mapuches frente a negociación con ENEL
De cara a la negociación con ENEL, las familias y miembros de las comunidades ribereñas han decidido organizarse y conformar una asociación constituida, para a través de ésta dar a conocer a la empresa los acuerdos que han tomado para mejorar las difíciles condiciones de vida que han debido sortear todos estos años producto de las graves consecuencias que ha traído la instalación de la Central Pullinque sobre los habitantes del territorio.
Las familias afectadas buscan también participación en las utilidades que perciba la empresa por el aumento de nivel de inundación, de acuerdo a lo establecido en el Convenio 169 de la OIT, específicamente en su artículo 15, que establece que “Los derechos de los pueblos interesados a los recursos naturales existentes en sus tierras deberán protegerse especialmente. Estos derechos comprenden el derecho de esos pueblos a participar en la utilización, administración y conservación de dichos recursos”.
Joel Huiriman aclara que han decidido organizarse “para poder mejorar nuestras condiciones de vida. En estos años la empresa no nos ha aportado en nada, sino todo lo contrario. En ese sentido, esperamos que nos paguen una indemnización continua por las pérdidas que hemos tenido, y esta debe ser satisfactoria para las familias, pues a causa de esta central hemos perdido gran parte de nuestros medios para vivir”, asegura.
El dirigente además detalla que las autoridades hasta ahora no los han considerado, toda vez que ellos han hecho saber los daños y perjuicios producidos a causa de las crecidas de la laguna artificial Pullinque sobre sus terrenos, pero “siempre han favorecido a las empresas, nunca han dispuesto nada para la gente, considerando los desastres que ha habido para nosotros en estos años”, sostiene Huiriman.
“Cuando empezamos a reclamar indemnizaciones, la empresa se vio forzada a entregar una respuesta, sin embargo no quiere reconocer el daño y el perjuicio que están haciendo a las familias ribereñas. Nosotros queremos una indemnización justa, pues la oferta que están haciendo es muy precaria, considerando lo numerosas que son nuestras familias, y que el daño es permanente para nosotros y va ser también para las futuras generaciones. Estamos pidiendo además parte de las utilidades que ellos adquieren, para nuestras familias, y no vamos a llegar a un acuerdo hasta que atiendan nuestros planteamientos. Lo menos que esperamos es una reparación justa”, concluye.
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